El modelo de Google permaneció estático más de la cuenta. Una suerte de biblioteca que respondía a las dudas e inquietudes de los usuarios, pero que hoy se ve amenazada por una nueva camada de bibliotecarios más jóvenes, precisos, veloces. Y, aunque estos aprendices del arte de la búsqueda, recopilación y display de información tengan alucinaciones y mucho por mejorar, el antiguo bibliotecario — que también es el Amo y Señor de la biblioteca — se enfrenta a un desafío más profundo: reinventarse o jubilarse.
Durante los últimos veinte años, Google se dedicó a entregar enlaces a cambio de preguntas. Pero en su evento I/O 2025, la compañía dejó claro que esa etapa quedó atrás.
Entre las novedades presentadas están los llamados “agentes”, herramientas capaces de realizar múltiples tareas en simultáneo: consultar páginas, organizar datos, comprar productos. Algunos acceden al correo o a archivos personales para adaptar los resultados. Otros permiten conversaciones por voz y procesamiento de imágenes en tiempo real. Todo apunta a una experiencia sin fricción, donde la interacción se reduce a una solicitud breve y una devolución inmediata.
Esto, que suena bastante sencillo, en realidad marca un cambio profundo en la forma en que se accede a la web. Si la información ya llega sintetizada, el acceso directo a las fuentes se vuelve cada vez menos común.
La consecuencia no es menor, porque se redefine el rol de los motores de búsqueda y, con él, el funcionamiento general de Internet. Menos visitas implican menos ingresos por publicidad; menos lectura directa, más pérdida de contexto, menos generación de nuevo contenido sobre el cual la misma IA obtiene los inputs para funcionar. Y al delegar decisiones en sistemas automatizados, también se delega el criterio, porque aunque fingimos lo contrario, sabemos que esa batalla está perdida.
Volviendo. La estrategia de Google es clara: automatizar al máximo la relación entre usuario e información. No pasa únicamente por facilitar respuestas, sino por reducir la necesidad de interacción con las fuentes originales.
No todo es tan favorable, porque en paralelo surgen consecuencias
Las empresas de servicios pueden adaptarse, pero los medios enfrentan una posible caída en tráfico e ingresos. Varios editores ya advierten que los resúmenes automáticos extraen valor sin devolverlo.
También persisten limitaciones técnicas. Los modelos actuales siguen generando errores, mezclando hechos o fallando en tareas básicas. Así lo reconoció el CEO de DeepMind, Demis Hassabis, al señalar que aún no se alcanzó un nivel de consistencia confiable. Aun así, la integración de estos agentes avanza a paso firme.
Porque Google no espera a que el ecosistema se adapte, sino todo lo contrario: intenta redefinir el acceso a la web desde su propia infraestructura, conectando sus modelos a nuevos estándares, como el protocolo MCP de Anthropic o su propio Agent2Agent.
La lógica de búsqueda y respuesta, tal como imperó durante casi dos décadas, apunta a ser reemplazada por una arquitectura basada en intermediarios automatizados. El tiempo dirá si la estrategia funcionó o no, si Google logra mantener su reinado a pesar del cambio tecnológico o si ahora es otro quien ostenta la corona — y las llaves de la biblioteca.