Yo sé que OpenAI se viene llevando todos los titulares, que a Sam Altman lo vemos hasta en la sopa, pero es demasiado grande lo que están haciendo este año para monopolizar de manera descarnada —”consolidar su liderazgo”, quise decir— el futuro. Los avances y las inversiones son tan significativos que es imposible pensar en otra cosa.

También sé que mi audiencia está, en su mayoría, al tanto de los asuntos tech que suceden a diario, por lo que volver a traer el tema a estas líneas ya es de pesado. Asumo la responsabilidad, soy un denso, pero me resulta tan estimulante y atractivo lo que está pasando que no puedo no sumarme yo también al tema. Vivo de esto, al fin y al cabo.

Esta semana OpenAI lanzó Atlas, su nuevo navegador. Para los críticos: sí, ya sé que Edge tenía incorporado Copilot y que Perplexity existe hace años. Que no es nada novedoso, al fin de cuentas.

Pero OpenAI —o mejor dicho ChatGPT— lo conoce hasta la gente que nunca lo usó. Es el genérico de la IA conversacional, tal como son las Curitas a los apósitos adhesivos o las Zucaritas a los copos de maíz: marcas que se instalan en el cerebro como si su producto fuera el que define toda la categoría.

Al momento de escribir estas líneas, lamentablemente, solo está disponible para usuarios de Mac, lo que me priva de empezar a usarlo, pero por lo que pude investigar: vamos despidiendo a Chrome con un fuerte aplauso.

Los usuarios van a poder navegar la web directamente desde una interfaz integrada con ChatGPT, donde cada página puede ser leída, resumida o analizada por la IA.

Atlas combina la búsqueda tradicional con contexto conversacional, lo que significa que en lugar de tipear consultas en Google y abrir diez pestañas, podés simplemente pedirle que compare, sintetice o te explique lo que estás viendo sin salir del navegador.

También va a permitir redactar textos, crear imágenes o generar código sin necesidad de extensiones o herramientas externas. Además, incorpora modo privado, resumen automático de PDFs, búsqueda visual y compatibilidad con plugins.

Honestamente, pensé que iba a pasar más tiempo para llegar al navegador, pero acá estamos. En esta jugada, Atlas confirma lo que ya era evidente: la IA no está sumándose a Internet, lo está reorganizando. Y eso, más que una novedad técnica, es un cambio de época