Apple está ultimando un acuerdo con Google para incorporar un motor de inteligencia artificial desarrollado por su competidor y potenciar así la próxima generación de Siri. La operación, valuada en unos US$1.000 millones anuales, busca cerrar la brecha tecnológica con los asistentes más avanzados del mercado. El nuevo Siri, previsto para 2026, se apoyaría en un modelo de IA personalizado capaz de ofrecer mejores capacidades conversacionales y de comprensión.

El salto tecnológico sería significativo, ya que Google está desarrollando un modelo de IA mucho más potente que el que hoy usa Apple, lo que podría traducirse en una Siri más clara, más precisa y capaz de realizar tareas complejas con mayor naturalidad. Aunque la tecnología provenga de Google, Apple la ejecutaría en sus propios servidores privados, lo que le permitiría resguardar la información de los usuarios y mantener su narrativa de privacidad.

Más allá del aspecto técnico, el acuerdo revela una lectura más política: Apple está ganando tiempo. La compañía recurre a Google porque todavía no tiene lista una IA propia lo suficientemente avanzada, y necesita una solución inmediata para que Siri deje de quedar rezagada frente a competidores como OpenAI o Anthropic. La meta es usar esta etapa como transición mientras acelera el desarrollo interno de su propio sistema.

El pacto, sin embargo, abre varias dudas. Por un lado, implica depender de un rival tecnológico para un componente central del ecosistema Apple, algo inusual para la empresa. Por otro lado, no está claro cómo impactará en costos, velocidad de respuesta o autonomía futura.

A su vez, Apple promete una Siri renovada, pero por ahora esa visión depende de tecnología ajena. En definitiva, se trata de un puente caro pero necesario para no perder terreno mientras busca retomar el liderazgo que durante años reclamó en el mundo de los asistentes inteligentes.