Mientras en California se celebra el LlamaCon —sí, así se llama en serio— Mark Zuckerberg sube al escenario, se acomoda las Meta Ray-Ban y aprieta el botón de lanzamiento de su nueva criatura: Meta AI, un asistente hiperpersonalizado que viene a decirle a ChatGPT que no es el único con ambiciones imperiales.
El anuncio llegó vía comunicado oficial. Meta AI está construido sobre Llama 4, el último modelo de lenguaje de la casa, y se vende como una solución perfecta para quienes ya viven sumergidos en el ecosistema Meta: WhatsApp, Instagram, Facebook. Esta nueva app funciona como un asistente que escucha, sugiere y responde con una voz amable, lista para convivir con los usuarios desde cualquier dispositivo, incluidos los anteojos inteligentes.
Sí, leyeron bien. Porque Meta AI no solo habla, también ve por los usuarios a través de las Ray-Ban con IA integrada. Se puede empezar una conversación por voz mientras se camina, y seguirla después desde la app como si nada.
Una de las novedades del lanzamiento es el feed Discover, donde se puede ver lo que otros usuarios le preguntaron a Meta AI. Claro, solo si lo autorizaron. Meta insiste en que los usuarios tienen el control de lo que se comparte, pero eso no impide que el modelo se alimente igual de sus datos. Porque, sorpresa: salirse del scraping para entrenar la IA es prácticamente imposible. El consentimiento es opcional, el entrenamiento no.
Más allá del entusiasmo con el que Meta promociona su chatbot social, el asunto me huele a urgencia corporativa. Esta no es solo una app más, es una demostración pública de fuerza. Zuckerberg ya había comprometido 60.000 millones de dólares en centros de datos solo en EE.UU. para alimentar sus ambiciones de IA. Ahora necesita convencer a inversores, desarrolladores y usuarios de que Meta también sabe jugar este juego.
Pero eso no es todo. Porque mientras Zuck despliega su ejército de llamas, en OpenAI la noticia no cayó en saco roto. Sam Altman, que en su momento bromeó sobre hacer una app social para ChatGPT, parece haber pasado del chiste al prototipo.
Estamos ante una nueva etapa del capitalismo de la atención: una carrera para ver qué asistente artificial se queda con la voz, las preguntas, la rutina y, de paso, el alma digital de las personas. Meta quiere ser el interlocutor principal del día a día, no solo el lugar donde se comparten memes. Lo que antes era una red social, ahora es un espejo con respuesta automática.